Historia
    A principios del siglo XIX la
    revolución industrial comenzaba a tomar fuerza. El símbolo de esta etapa histórica era
    la máquina de vapor que contaba ya con algunos años de desarrollo. Sin embargo las
    máquinas de vapor eran aún monstruos enormemente costosos, muy ineficientes e incluso
    peligrosos, pues las calderas explotaban frecuentemente. 
    Estos y otros inconvenientes sumados
    a la imposibilidad de desarrollar motores simples, económicos de construir y accesibles a
    pequeñas industrias, fueron los motivos por los que el reverendo inglés Robert Stirling
    propuso la idea de un nuevo motor que funcionara con un principio totalmente distinto:
    "el motor de aire caliente". En 1816 obtuvo la patente de su invento. Estos
    motores de aire caliente se conocen hoy con el nombre de su inventor. 
    Primeras aplicaciones 
    En sus primeros tiempos, el motor se
    usó como fuente de poder de pequeñas máquinas herramientas y bombas de agua. El notable
    inventor sueco John Ericsson diseño y construyó un barco movido con un motor de esta
    clase. Por la misma época logró una patente para una bomba de agua accionada por un
    motor Stirling que se convirtió rápidamente en un éxito de ventas entre los granjeros
    del oeste norteamericano. Incluso hasta las primeras décadas del siglo XX se vendían
    ventiladores de mesa que funcionaban con un pequeño mechero en la parte inferior del
    aparato. El perfeccionamiento de las máquinas de vapor, el desarrollo posterior del motor
    de combustión interna y años después la difusión de las redes eléctricas le dieron al
    motor de aire caliente un golpe del que nunca pudo recuperarse (hasta ahora). 
    El resurgimiento 
    En la década del '60 hubo un
    resurgimiento en el interés sobre este tipo de máquinas. Por esos años la empresa
    Philips desarrolló un generador portatil de energía eléctrica. Este artefacto generaba
    corriente eléctrica a la par que el sistema de refrigeración del aparato producía agua
    caliente para uso doméstico. Posteriormente gracias al impulso de investigación en
    nuevas fuentes de energía, provocadas por la primera crisis energética de principios de
    la década del '70 hubo nuevos avances en este sentido. En aquellos duros tiempos de
    surtidores vacios surgió le necesidad de encontrar motores alternativos a los
    tradicionales. Entonces la necesidad, llevó a algunas compañias automotrices a
    desarrollar vehículos con motores de ciclo Stirling, desde el punto de vista energético
    mucho más eficientes que los tradicionales y amigos del medio ambiente. Los resultados
    fueron alentadores, pero el fin de la escasez petrolera hizo olvidar aquellas ventajas.  
    Más recientemente se han utilizado máquinas de ciclo stirling para generar
    energía eléctrica a partir de concentradores solares. Estos ingenios tienen la ventaja
    de tener el más alto rendimiento en conversión de la energía calorífica del sol en
    electricidad en las plantas solares termoeléctricas.  
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